A menudo los adultos creemos que los niños necesitan que cada historia les enseñe algo. Que un buen cuento infantil debe dejar siempre una lección sobre la amistad, la generosidad o el respeto. Sin embargo, cuando observamos cómo leen los más pequeños —sobre todo a partir de los seis años— descubrimos algo revelador: los niños buscan en los libros lo mismo que los adultos.
Buscan emoción, belleza, sorpresa y compañía, no sermones. La lectura, para ellos, es una forma de estar en el mundo, no una clase de moral disfrazada de cuento.
La lectura como descubrimiento, no como instrucción
Elena Fortún, creadora de la inolvidable Celia, ya defendía que la literatura infantil debía ofrecer una voz auténtica, libre de las imposiciones adultas. Celia no era un ejemplo perfecto, sino una niña curiosa y contradictoria. Esa honestidad es la que atrapa a los pequeños lectores.
Muchos pedagogos actuales coinciden: el aprendizaje más profundo nace de la emoción, no de la lección explícita. Cuando un niño se identifica con un personaje, cuando ríe o teme con él, aprende sin darse cuenta.
¿Qué busca un niño de seis años en un libro?
A los seis años, los niños leen por sí mismos, pero aún disfrutan de la lectura compartida. Es una edad de transición maravillosa: la imaginación sigue viva y el texto comienza a tener sentido propio.
Buscan:
- Historias con ritmo y humor.
- Personajes reales o fantásticos con los que identificarse.
- Lenguaje musical, imágenes potentes y finales abiertos.
- Libros que no los subestimen.
Si buscas una historia que despierte la curiosidad y el sentido del humor, te recomendamos La Princesa Rana, cuento ilustrado para 6 a 8 años, pensado para lectores de 6 a 8 años.
Evitar el exceso de valores “impuestos”
No se trata de rechazar los valores, sino de no usarlos como excusa para el relato. Un cuento moralizante pierde alma. Los niños lo perciben enseguida: sienten que el autor les habla desde arriba.
Como decía Gianni Rodari, autor de Gramática de la fantasía:
“No hay nada más educativo que la libertad de imaginar.”
Un libro que propone preguntas es más formativo que uno que dicta respuestas. Leer libremente enseña pensamiento crítico y empatía.
Para lectores más mayores, El diario de Mikki, el foxterrier divierte e invita a desarrollar la mirada crítica y a la vez amable sobre el mundo que les rodea.
Cómo acompañar la lectura sin dirigirla
El papel del adulto es acompañar, no dirigir.
- Leer juntos sin corregir. Deja que explore.
- Preguntar sin imponer. “¿Qué te ha gustado?” o “¿qué harías tú?” funcionan mejor que “¿qué has aprendido?”.
- Relacionar con su vida cotidiana.
- Respetar su interpretación.
- Ofrecer variedad. Libros ilustrados, cómics, poesía, libros sin texto…
Para los primeros lectores o para leer en familia, La Hora de Dormir es la mejor elección para disfrutar del lenguaje y las imágenes sin necesidad de moralejas.
Leer para sentirse parte del mundo
Los libros son espejos y ventanas. Reflejan lo que el niño siente y muestran otras realidades. Por eso, fomentar la lectura es ofrecer compañía, no instrucciones.
Elena Fortún lo supo ver en Celia, lo que dice: su protagonista aprende viviendo, no recitando lo correcto.
En resumen
Fomentar la lectura en niños de seis años es cultivar el placer de leer, no el deber de aprender. Cuando los libros respetan su libertad y su curiosidad, los niños leen por gusto.
Al fin y al cabo, ellos buscan lo mismo que nosotros: emocionarse, imaginar y sentirse comprendidos.



