Para mí el nombre de Elena Fortún es muy especial. Con ella a través de sus libros de Celia empecé a aprender, apreciar y amar la lengua española.
Llaman mucho la atención las ideas de Elena Fortún sobre la importancia del cuento clásico de tradicón oral. Especialmente en los tiempos de las pantallas cuando el niño nutre su imaginación con los videojuegos, dibujos animados y el cine. Y no hay nada especialmente malo en ello. La única pero importantísima observación consiste en que el trabajo de imaginar esta ya hecho casi por completo. El niño ya no tiene que hacer nada y por eso no desarrolla su capacidad de imaginar y atender. Hoy más que nunca resultan tan reveladoras las palabras de Elena Fortún sobre el cuento infantil clásico.
”Para niños el cuento infantil, trasmitido desde hace miles de años, es la primera manifestación inteligente de la vida. Porque despierta en ellos la atención y la imaginación, y porque de estos primeros destellos, que deben alumbrar su cabecita, depende todo su porvenir intelectual y tal vez moral.”
Durante muchos siglos los cuentos se trasmitían dentro de los hogares de forma oral. Ahora el cuento leído por un adulto permite al niño que no sabe leer “extraer de la palabra escrita toda la claridad, la gracia, la realidad y la vida, que ponen de manifiesto el gesto y la voz. Es para ellos una revelación, un despertar tan categórico a la existencia, que no es posible encogerse de hombros ante la importancia que en la realidad tiene el Cuento infantil.”
Dice el doctor Claparède que “lo que diferencia a unos niños de los otros, no es tanto la cualidad intelectual como la capacidad de atención”.
Y no hay nada más fácil y más bonito que un relato de lo maravilloso para prender la atención de los niños.
Según la escritora “Sería de desear que fuera la madre quien contara los primeros cuentos, porque la facultad de atención se adquiere en primeros años de la vida… pero en los tiempos modernos… por cualquiera de las causas no tiene tiempo de contar cuentos a sus hijos… Por eso, cuando el chico llega al colegio, su cerebro es tan inatento como el de un mono… Y el muchacho no aprende, se le llama torpe, y pasa por los años escolares como va a pasar por todo en la vida: rozándolo, apenas, con los ojos y con el pensamiento.
El Cuento es lo único capaz de prender la atención del niño. Es posible que al principio, sobre todo si no está habituado a oír cuentos, parezca no atender. No importa. Comenzará a fijar su atención, a medida que vaya comprendiendo y vaya interesándose en las aventuras del héroe… Y cuando haya aprendido a atender, ya estarán abiertos los ojos sobrehumanos de su imaginación… con los que verá a los personajes, con esa imaginación visual sin la que no sería posible interesarnos por una novela ni figurarnos nada que no viésemos con nuestros ojos humanos…”
“… el Cuento es para el niño como la novela para el adulto: el alimento de la fantasía, el cauce de la imaginación, que necesita no quedarse sola, entregada a sí misma, porque se atrofiaría o entraría en el campo de lo patológico.”
Hoy el cuento clásico, el cuento de tradición oral está prácticamente desterrado de las librerías, excepto omnipresente Caperucita roja y un par de cuentos más. ¿Acaso los cuentos tradicionales son anticuados y no interesan a los niños?
“No. El Cuento clásico, es el origen de toda la Literatura mundial, y bueno es conocerlo en la infancia, porque fue creado en la infancia de la humanidad.” (Elena Fortún)